Esta reflexión, aunque basada en dos pasajes bíblicos de Mateo capítulo tres, traigo los versos del 1 al 10 en el marco de la derecha para que usted pueda leerlos en su contexto.
Socialmente hablando, pensar que un país va a cambiar para mejorar porque todos sus ciudadanos son religiosos, es un gran error.
LÍDERES ESPIRITUALES EN TIEMPOS DE CRISTO:
La historia de Juan El Bautista es bien conocida entre la cristiandad, de cómo inició y finalizó su ministerio; pero el punto que ahora traigo a reflexión y que Dios puso carga en mí, es el hecho que venían a Juan de muchas regiones para ser bautizados; sin embargo, llama la atención que no es, sino "al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo" que Juan se enardeció; es decir, a ellos Juan dirigió esas palabras tan fuertes que hemos leído; a los expertos y maestros en Biblia, a los líderes de Israel, a los que se supone eran ejemplo en todo para agradar a Dios, a los más religiosos, a ellos Juan les dice: ¡generación de víboras!
Observe este detalle: Ellos no venían por curiosidad, venían a ser bautizados también. Pero... ¿por qué a ellos semejante ofensa?, esas palabras son muy fuertes considerando que tenían dominio completo de Las Escrituras.
Juan era un pregonero de justicia y no podría estar mintiendo o dando un discurso basado en emoción; las Escrituras afirman que Juan venía de Dios como profeta preparando el camino Del Cristo esperado por Israel de siglos, y que el espíritu de Elías estaba con El Bautista (Luc 1:17); de manera que Juan estaba hablando según verdad. Más adelante Cristo lo confirma en sus sermones para que el pueblo no caiga en las trampas religiosas.
La palabra "víboras" que Juan utiliza como ilustración para referirse al disfraz que usaban estos religiosos, seguramente la tomó de lo que vio en el desierto donde pasó gran parte de su vida preparándose para su ministerio. Un lugar donde las serpientes suelen permanecer en estado inmóvil a manera de ramas secas, esperando a que alguien se les acerque o las pise para atacar e inyectar su veneno, de esa manera cazan y sobreviven; una comparación nada agradable para los que se suponía eran los guías espirituales del pueblo de Dios.
Pero... ¿Qué tan errados podrían andar estos maestros de la ley?, no eran gente distraída o negligente para estudiar La Palabra como vemos hoy en las iglesias a muchos cristianos; esta gente era de la más estricta en los servicios religiosos. Imagine usted que los escribas, para hacer una copia de los escritos sagrados contaban palabra por palabra al finalizar para asegurarse de no haber cometido un error.
Por otro lado, los Fariseos eran gente acostumbrada a ayunar dos veces a la semana (Luc. 18:12), diezmaban hasta la más mínima bendición que recibían (Luc 11:42). El apóstol Pablo confiesa que era más estricto y celoso de las cosas de Dios en el judaísmo que sus contemporáneos (Gal. 1:14). Era un celoso apasionado cumpliendo los preceptos de Dios en La Ley al pie de la letra, según él, y estaba convencido que con ello agradaba a Dios y un día estaría en El Paraíso.
Era para que estos maestros de la ley se llenaran de ira contra Juan el Bautista y contra Cristo al escuchar las palabras: ¡Hipócritas!, ¡sepulcros blanqueados!; ellos eran "diligentes" en todos los manuales de Las Escrituras, lastimosamente su corazón no era recto delante de Dios; los privilegios y el ritualismo habían creado en ellos una burbuja de arrogancia y vanidad que los hacía sentirse más importantes que las demás personas, descuidando así la justicia de Dios respecto de sus semejantes. Les gustaban los halagos y reverencia de la gente. Por eso Juan tuvo que decirles: "Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento," porque sus actitudes no eran acorde con su apariencia y profesaban ser; se habían adaptado y acostumbrado al privilegio, más que a la justicia.
Al final, vemos a los más altos dirigentes religiosos de Israel llenos de envidia contra Cristo al ver que estaban perdiendo seguidores, influencia y poder sobre el pueblo; lo cual, les motivó a buscar la forma de deshacerse de El Cristo Deseado y Esperado por siglos, que no supieron reconocer por causa de la ceguera espiritual que les había causado la religiosidad y celo "bíblicos". (Al pie de este post algunas sentencias que Cristo pronunció contra los Fariseos).
Pero, la pregunta sería: ¿Fue este mal sólo en los líderes religiosos de los tiempos de Cristo, o también se dará en nuestros tiempos?, y la otra ¿se dará sólo en los grandes guías espirituales, o es un problema de toda la cristiandad?, analicemos un poco esta situación.
CRISTIANISMO EN TIEMPOS ACTUALES:
¿Será que en nuestros tiempos las cosas son diferentes a la época de Cristo y de los Fariseos?
No hace falta ser investigador para darse cuenta de cómo se vive la fe hoy en día. En la mayoría de nuestros países el problema no es la falta de iglesias, misioneros o predicadores, sino la calidad de cómo vivimos el evangelio los cristianos.
Veamos un caso práctico de la vida real. En El Salvador predominan dos de las religiones más grandes en el mundo; algunos con un sentido del humor las han bautizado: La Cat y La Eva, y otros las llaman "La Catocha" y "La Vangélica" para referirse a la religión Católica Apostólica Romana y a la Iglesia Cristiana Evangélica. Cada una con sus propios preceptos que deben respetar sus seguidores. Ambas se jactan de tener La Verdad.
Una encuesta denominada: "La religión para las y los salvadoreños", realizada por el IUDOP y publicada en El Diario de Hoy el 13 de octubre de 2009, revela que el 38.2% se declara ser cristiano evangélico, en tanto que un 50.4% ser católico de los cuales sólo el 58.8% dijo ser practicante. Dicha encuesta también reveló que los evangélicos habían logrado duplicarse en los últimos 11 años; este aumento estaba compuesto por "ex-católicos" y "ex-no creyentes". Resulta interesante que el 99.5% de salvadoreños dice creer en Dios, y el 94.5% no tiene ninguna duda de su existencia.
Eso se confirma en los vecindarios en las jornadas de evangelización, encontramos que las familias generalmente pertenecen a alguna denominación cristiana evangélica o a la religión católica. Es frecuente ver evangélicos compitiendo o disputándose a las personas por llevarlas como invitadas a su denominación para alcanzar alguna meta sugerida por sus líderes. Vecindarios llenos de cristianos de diferentes denominaciones evangélicas, y hasta familias que no se hablan por causa de diferencias doctrinales, o simplemente por el orgullo de pertenecer a "la mejor o más grande congregación", que a mi juicio, es cuestión de ego y vanidad.
Vemos Evangélicos trabajando duro movilizando y evangelizando a las personas, lo cual está ¡más que excelente, todos debemos hacerlo!; lo malo es descuidar a nuestro cónyuge y a nuestros hijos por "preferir hacer la obra" cuando ellos son nuestro primer ministerio; descuidarlos es la causa por la que muchas veces no llegan al evangelio y experimentan resistencia. Con demasiadas actividades, terminan los servidores con los bolsillos desgastados, y afanados más en atender las actividades de la iglesia, que en atender las necesidades de los más necesitados a su alrededor.
EL GRAN ENGAÑO:
Creer que por cumplir preceptos religiosos celosamente vamos a heredar el reino de los cielos: Orar, leer la biblia, cubrirse la cabeza las hermanas, predicar, usar corbata, asistir puntual a los servicios, ofrendar, diezmar, ayunar, hacer vigilias, ser hijo o amigo del pastor; escuchar alabanzas de las mejores, de esas que lo hacen llorar a uno, de las que en verdad alguien pudiera decir: ¡esto sí que es música!, etc. Si hasta a los paganos les gusta la música de Jesús Adrián Romero y Marcos Witt y no por eso cambian su actitud, viven igual; no es el mensaje el que les gusta sino "la musiquita de balada romanticona" la que les recuerda los tiempos aquellos, cuando bailaban pegadito a su novia o con las chicas de la escuela o el vecindario.
Hacer todo eso y quedarse como dijo mi mentor en cierta ocasión: nada más al discurso, a las palabras sutiles, vacías y baratas; a vivir filosofando sobre cuestiones de un tal Jesús que nos ama, y "que no ve lo de afuera sino lo que hay en el corazón" sin dar evidencias de un arrepentimiento genuino; todo eso es lo que nos envuelve en una religión, que a la postre es inútil, sin valor, y que nos llevará a la muerte eterna si no damos los frutos que Dios espera.
PERO... ¿CUÁLES SON ESOS FRUTOS DIGNOS DE ARREPENTIMIENTO?
Acciones que valgan de verdad es lo que Dios nos demanda, de esa fe que se lleva en lo interior pero que se evidencia con nuestras actitudes. Acciones de justicia, no indiferentes a las necesidades de los demás, no vivir criticando al que se esfuerza, no regañando y murmurando, sino esforzados en imitar a Jesús, el Jesús de amor y acción, al Jesús Verbo como dijo por ahí cierto cantante.
Veamos una exhortación en La Biblia: "Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. (Santiago 1:26-27)
He visto creyentes leyendo su biblia cómodamente en los asientos de los autobuses, y no ser capaces de ceder su asiento a una anciana cuando viaja de pie, o a una madre embarazada y con su hijo de la mano, ¡por Dios santo!... Eso sólo por citar algunos ejemplos. En verdad... ¡Esto es el colmo!, y se dice por ahí que este es uno de los países con más evangélicos en el mundo, creo que mejor no sigo, no vaya a ser...
LA GRAN TRAGEDIA:
Vivir toda una vida esforzándonos por agradar a Dios, creyendo y hasta disputando "celosamente" con otros hermanos por ser más santos, pensando que seremos resucitados en aquel día para estar con Cristo (Mateo 7:22), y venir a despertar ante El Gran Trono Blanco solo para escuchar las palabras solemnes del Gran Juez: "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad." (Mateo 7:23). Los Fariseos estaban seguros, según ellos, que agradaban a Dios en todo, ¿no estaremos nosotros en igual condición ahora mismo? Este es buen momento para reflexionar sobre nuestra vida como creyentes.
Todas las religiones son un engaño, hasta la evangélica si nos quedamos únicamente a los ritos, normas, herencias, costumbres y tradiciones aunque con ello pretendamos "estar más cerca de Dios". La verdadera religión si así se le quiere llamar, es la que dice Santiago en 1:26-27.
Talvez no debí titular así esta nota, quizá debí titularla "EL AUTO-ENGAÑO DE LA RELIGIOSIDAD, O EL PELIGRO DE LA RELIGIOSIDAD", al final, el título es lo que menos importa. Lo que en verdad debe interesarnos, es vivir un evangelio de fe acompañado de actitudes que demuestren que en verdad somos Hijos de Dios.
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Un abrazo.