Cómo abrir una cuenta de ahorros segura.

martes, 29 de abril de 2014

La mejor manera de invertir y ahorrar, es abrir una cuenta de ahorros en el cielo, allá no asaltan los bancos ni nadie roba a nadie.

¿Cómo es posible hacer eso?

Dando a los pobres, a los olvidados de la sociedad, a quienes no pueden devolvernos el favor; así será nuestro Padre Celestial que está en los cielos, de quien recibiremos la recompensa a su debido tiempo. Porque, dar esperando recibir algo de la persona a quien damos, no hace ningún mérito, y el favor queda pagado.

Está bien para fomentar las buenas relaciones sociales, pero se queda a nivel terrenal y no tiene mayor eco en la eternidad.

Pero, conozcamos cómo piensa El Maestro de Maestros sobre este tema:

«A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.

Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.

Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.

Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.

Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.

Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.» (Lucas 6.30-36)

Y...

«A Jehová presta el que da al pobre,
Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.» Pr 19.17

«Porque siempre habrá algo para compartir con los demás». Stanley Gómez.

Bendiciones amigos.

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¿Vuelves para dar las gracias?

miércoles, 23 de abril de 2014

Una madre solía orar en las noches con su hija pequeña de unos seis años al acostarla. Una noche la madre le dijo:

—Hoy vamos a pedir a Dios un poco más para que sane a la tía Marta. Oraron por la tía Marta cada noche durante un par de semanas. Después, la madre no dijo nada y dejaron de pedir. A la tercera o cuarta noche sin hacerlo la niña preguntó:

—Mamá, ¿por qué no oramos por la tía Marta?

—Es que Dios ya la sanó—, respondió la madre.

—Y si la sanó, —replicó la niña— ¿no deberíamos orar para darle las gracias?

A menudo nos acostumbramos a pedir al Señor por nuestras necesidades, y Dios que es fiel y Misericordioso está siempre atento a respondernos, a veces de inmediato, otras veces no tanto según Su propósito, pero siempre recibimos respuesta.

Suele suceder con frecuencia como en la historia anterior, que una vez recibido el favor, tendemos a olvidar darle las gracias por todo el bien recibido. Esto no es nuevo, lo vivió Cristo en persona en la historia tan conocida de los 10 leprosos en Lucas 17:11-19:

«Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.

Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.

Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.

Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?

¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?

Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

Para que no nos suceda igual, seamos siempre agradecidos con El Señor por todos los favores recibidos.

Bendiciones amigos.

(La historia anterior fue compartida por nuestra hermana Wilda Messina. La fotografía es ilustrativa).


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