La espera en medio de la angustia y desesperación.

viernes, 17 de enero de 2014

«Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.»

Salmo 40:1-2.


La frase: "Pacientemente esperé a Jehová", es probablemente una expresión de convicción del salmista, después de haber pasado por una larga espera, clamando por su situación en medio de la angustia y desesperación.

A menudo, siendo Hijos de Dios, tenemos que pasar por situaciones difíciles en la vida: escasez, enfermedad, dificultades familiares, etc. Pues, ninguno de nosotros está exento de ninguna.

Sea porque El Señor quiere probarnos, o tal vez porque haya en nosotros pecados no confesados, todos sin excepción, tendremos tarde o temprano que experimentar el látigo del sufrimiento y pasar por el pozo de la desesperación; lo cual sin duda deja, aún en los de apariencia fuertes, al descubierto que todos somos sensibles y vulnerables al dolor.

Es ahí, donde como seres humanos, nos damos cuenta que Dios es el único que puede ayudarnos.

Ante situaciones angustiosas tendemos a tomar decisiones equivocadas, en nuestra desesperación al no ver la respuesta inmediata de Dios; pero el escritor del salmo aquí nos dice:

"Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación."

Podemos ver 2 detalles importantes en este pasaje, que pudieran ser el consejo de hoy: "Clamor constante" y "espera paciente".

Que El Señor nos ayude a comprender la virtud de saber esperar; pues, hay respuestas de Dios que tardan minutos, otras horas, quizá años. Pero ante situaciones que parecen imposibles, ¡qué mejor que saber esperar la mano divina! Pues Dios siempre está atento al clamor de Su Pueblo.

Que El Señor te bendiga.

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Perseverancia y súplicas ¡siempre!

sábado, 11 de enero de 2014

Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos;
Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.

Y no entres en juicio con tu siervo;
Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano. Salmo 143:1-2



El Señor siempre ha deseado que Su Pueblo se mantenga en una actitud de humildad, de súplicas y ruegos; de hecho, en todo el Nuevo Testamento vemos a La Iglesia ser exhortada a mantenerse en oraciones y ruegos, con toda reverencia.

Cristo lo hizo así:

«Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.» Heb 5:7.

El apóstol Pablo también lo enseñó así:

«...; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;...» Efesios 6:18.

Cuando nos humillamos ante Él, nos escucha y nos exalta. Cuando nos exaltamos, Él mantiene su distancia.

Si no somos más grandes que Cristo, entonces, necesitamos estar humillados ante Él ¡siempre!

Un abrazo apreciados amigos.

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¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar la venida del Señor?

miércoles, 8 de enero de 2014

¿Cuánto más esperaremos? ¿Usted qué cree?

Algunos teólogos, basados en referencias numéricas de libros proféticos hacen conjeturas de fechas probables; pero, al concluir que aún faltan algunos cientos de años para la venida del Señor, eso podría contribuir a un mayor "atenimiento" entre algunos "malos" cristianos, que ya de por sí somos atenidos, viviendo vidas ocupadas en los quehaceres diarios.

La realidad es que, la venida de Cristo por nosotros está tan cerca, como cerca pudiera estar nuestro último suspiro. Mientras vivimos, aún lo esperamos. Al morir, hasta ahí llegamos; ya nada podremos hacer, sino esperar la resurrección para vida eterna, o para confusión perpetua.

Por tal razón, encontramos en Las Sagradas Escrituras pasajes como:

«Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.» Mt 24:36

«Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.» Mt 24:44

Así que hermanos, no nos confiemos, porque mientras vivimos lo esperamos; para nosotros bien podría tardar minutos, horas, meses, años, décadas quizá. Debemos siempre estar en guardia, esperándolo; porque vendrá por Su Pueblo que le espera, no por un pueblo distraído.

«...y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.» Heb 9:28.

Dios les bendiga.

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