Una experiencia dolorosa para bien.

viernes, 11 de octubre de 2013

El siguiente es un pequeño "incidente" llamémosle así que me pasó, pero que me dejó una gran enseñanza espiritual.

«Hace unos días sufrí una herida que ameritaba atención médica; por lo pequeña que parecía decidí atenderme yo mismo, y así lo hice. Todo parecía bien.

»Pero por descuido, la herida comenzó a infectarse; el dolor aumentó, y caminar para ir a trabajar se volvió tortuoso.

»Subir y bajar autobuses urbanos e interdepartamentales no es fácil en medio de multitudes que corren vertiginosamente, no es para andar lento ni distraído, y menos en mi condición con el pie adolorido (ya no es como antes). Un caracol caminaba más rápido que yo. jeje.

»Hace dos días llegué casi arrastras a casa, me recosté sobre una silla y comencé a ponerme cómodo mientras mi esposa alistaba lo necesario para la curación. Con el pie hinchado e intenso dolor, ni siquiera podían tocarme con un dedo, iba fatal.

»Junto a mí estaba la torre de sillas infantiles, las que usamos para los niños en la reunión de casa. Intenté moverla para poner encima mi pie enfermo, pero, ¿a que no imaginan lo que pasó?...

»Se me resbaló, cayendo justo sobre la parte del pie donde estaba la herida en problemas. El dolor fue tan intenso que el grito debió llegar al otro lado del mundo, porque en segundos me rodearon mi esposa y mis hijos.

»Simplemente pensé que abandonaría mi cuerpo. Calambres en todo el cuerpo, en mi pecho, en el corazón, en el pie, en mis brazos, etc. Por un momento le perdí sabor a la vida. Me puse helado. La herida sangraba.

»Mientras me quejaba, recordé que Dios todo lo hace con propósito y debemos darle las gracias a Él en todo tiempo; eso incluye, aún en medio del dolor. Así que dije: 'Gracias Señor, tú sabes por qué pasó eso'.

»Cuando comencé a recuperarme le dije a mi esposa: Desde un principio debí ir a la clínica para que me curaran. Ahora, con la herida infectada había un problema: ¿cómo sacar esa sangre sucia de la herida, pues soy llorón para las curaciones jeje (disculpen la confesión).

»Así que, Dios usó el martillo para hacer salir la sangre sucia, y me agarró por sorpresa. Lo más curioso que no fue alguien de la familia por quien se resbaló la torre, sino que fue a mí. Así, Dios no permitiría que yo culpara a los niños o a mi esposa por el descuido. Alabado sea Dios.»

Mi reflexión:

Mi negligencia y descuido hicieron infectar la herida. Igual sucede con nosotros, si somos negligentes y distraídos, el pecado nos infectará; y si no acudimos a tiempo donde El Único Médico para ser sanados, moriremos.

Cristo dijo una vez: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,...» Jn 10:27. Si somos Sus Hijos y no atendemos Su llamado, usará métodos dolorosos si es necesario para llevarnos a Él, y sanarnos.

Atendamos Su llamado a las buenas, de lo contrario podríamos pagar muy caro nuestra desobediencia.

¡Dios les bendiga!

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¿Seguro que quieres casarte?

martes, 1 de octubre de 2013

¿Seguro que quieres casarte? ¿Crees que has comprendido bien lo que significa el matrimonio?...

Quizá deberías someterte a consejería antes de dar uno de los pasos más importantes y delicados en la vida. El matrimonio es un misterio, y uno de los mandamientos más quebrantados hoy en día entre los seres humanos.

El siguiente es un trozo de conversación entre Cristo y sus discípulos, en privado:

    «Si tal es la situación entre esposo y esposa —comentaron los discípulos—, es mejor no casarse.

    —No todos pueden comprender este asunto —respondió Jesús—, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido entenderlo.»

Es hermoso estar casado, pero si no te sientes seguro, sigue orando y espera más tiempo. Es mejor una decisión tardía, bien pensada; que una mal decisión tomada a prisa basada en emoción y deseo.

Recuerda que para casarse se necesitan dos, y ambos deben estar convencidos al cien por ciento de ese paso.

¡Dios te bendiga!


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