Resultados de una comunión íntima con El Señor.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Una comunión íntima con el Señor nos fortalece, y crea en nosotros una atmósfera, que nos permite ver Su Gloria y Su Poder en favor nuestro y en cada circunstancia de la vida; lo cual, a su vez, nos ayuda a superar con gozo las pruebas y obstáculos, por difíciles que parezcan.

Esto es lo que nos ayuda a seguir avanzando firmes hacia la Patria Celestial. Pero distanciados de Él, vemos como normal, y hasta aceptamos en nosotros todo el sistema del mundo. El Señor nos libre.

    «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

    Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

    Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.» 1 Juan 2.15-17.

Esta es la razón por la que, quienes perseveran en la oración, la lectura de La Palabra y la comunión con los hermanos, son menos vulnerables a los ataques del enemigo; son más firmes en sus decisiones, y alcanzan la victoria hasta el final de sus días; porque hacen de estos tres elementos, un hábito en sus labores diarias.

Examinemos este pasaje de Las Escrituras:

    «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» Romanos 12.2

Afirmemos, pues, nuestros pasos, porque grande premio nos espera si llegamos a la meta; pero ¡ay de los inconstantes!

¡Dios es bueno!