Apreciados hermanos y amigos: Paz y bendiciones para ustedes.
El que les escribe es alguien que ha visto la mano de Dios constantemente en su vida, no porque sea mejor que muchos de ustedes; pero conforme los años pasan, he aprendido que la fe es un regalo de Dios y debemos desarrollarla constantemente en nuestro diario vivir.
Es indispensable creerle y amarle sólo a Él por sobre todas las cosas. Él debe ser la prioridad número uno en nosotros, no de palabras, sino, con nuestra manera de vivir si queremos tener comunión con Él y ver Sus Maravillas.
No hablo de una santidad a medias, es decir, ir a la Iglesia a cantar, orar, confesarnos con Él y luego al salir llevar una vida de mentiras y engaños, calumnias y toda clase de maldad; sea de pensamiento, palabra u obra. Todo nuestro ser debe estar consagrado a Aquél que dio Su vida por nosotros.
Sin duda esto chocará con la filosofía de vida de algunos, porque estamos acostumbrados a vivir para nosotros únicamente, para nuestras comodidades, prosperidad y superación, lo cual les mantiene tensos y ansiosos.
El mundo vive y se entretiene en sus propios engaños y ocupaciones. Ansiedad y desesperación es la constante en el hombre alejado de Dios; y cuando digo alejados, no digo que no vayan a la Iglesia, o que no escuchen mensajes y lean una Biblia; sino más bien, me refiero a todo el que vive una vida sin tomar en cuenta Los Mandamientos del Señor. Pero el Señor Jesucristo es el Único que nos puede dar esa paz que jamás encontraremos en el mundo, esa paz interior que no se compra con dinero.
Por eso dijo:
- «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.» Juan 14.21
Regocíjate en Él y ámalo guardando Sus Mandamientos, y serás feliz.
- «Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.» Juan 10.9
- «Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.» Lucas 12.15
Recuerda, a menudo somos probados y en otras tentados, quizá a veces fallamos, pero hay que pedir perdón inmediatamente te das cuenta del error, y pedirlo con todo tu corazón si en verdad lo amas, no fingiendo; porque recuerda que Él pesa aun los espíritus. Y luego a diario, antes de dormir, agradecer y pedir perdón, para así, si llegáremos a despertar en Su Presencia, no llegamos deudas con Él. Amén
Dios te bendiga.