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Y todos los días, en el templo y por las casas...

viernes, 8 de agosto de 2014

«Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.» Hechos 5.42.
La iglesia del primer siglo fue activa en la enseñanza y predicación del evangelio TODOS LOS DÍAS, tanto en LAS CASAS como en EL TEMPLO.

En "las casas", porque era el mejor y más seguro lugar para compartir el mensaje de salvación a parientes y amigos, y también para confraternizar y edificarse entre hermanos; en "el templo", porque era un lugar de gran concentración de personas. Estratégicamente era el mejor lugar.

Nótese que lo hacían "todos los días". Ese es, sin duda, uno de los puntos más importantes descuidados en estos tiempos.

El problema de hoy, es que nos hemos acostumbrado a hacerlo una o dos veces por semana (en el mejor de los casos). Pero, es importante mantenernos ocupados en la predicación y enseñanza de La Palabra de Dios todo el tiempo que sea posible, es decir, hacer de la predicación un hábito diario.

Eso, es lo que da vida a la Iglesia, mantenerse ocupada en la tarea que le ha sido encomendada, entre tanto que su Señor tarda en volver.

No desmayemos, pues, de hacerlo, y la llama del Espíritu se avivará en nuestro ser. Amén.

Dios te bendiga.

El impacto que causa el predicador en las personas.

lunes, 23 de septiembre de 2013

La siguiente, es una experiencia personal que deseo compartir con todos mis hermanos y hermanas que, igual que yo, también comparten La Palabra de Dios en casas, y en cualquier lugar donde haya una oportunidad.


La primera vez que asistí a una reunión familiar (hoy conocidas como células de hogar) el mensaje fue de gran impacto para mí, que pensé que quien predicaba era el pastor.

El siguiente sábado llegué puntual como siempre jeje, y le pregunté a la dueña de la casa:

    —¿No ha venido el pastor?
    —¿Cuál pastor? —Me dijo.
    —El que predicó el sábado pasado —le dije.
    —Ese es el líder, el pastor no viene aquí —me contestó.
    —Ah bueno, yo pensé que él era el pastor —le dije nuevamente.
    —No, aquí quien predica es el líder encargado de la reunión —me dijo.

Hay hermanos que, sin ser pastores o evangelistas le ponen alma, corazón y vida al mensaje cuando predican, que uno piensa que lo son; es porque se toman en serio la tarea que les ha sido encomendada: Predicar La Palabra con todo el corazón. Desde luego, quienes conocen el modelo celular me dirán: Ese hermano no se estaba guiando según los principios del sistema celular, porque en la célula no se debe predicar como se hace en el local de la iglesia. Bueno, ese es tema de otro post.

Pero...

La imagen del predicador impacta tanto en las personas, que la gente piensa que es Dios mismo el que les está hablando, y en efecto así es. Por eso debemos cuidar nuestro testimonio, y predicar La Palabra de Dios tal como debe ser; pues de ella depende la vida eterna de las personas que escuchan con fe.

Ahora bien, cuando digo que se debe tomar en serio la predicación de La Palabra, no me refiero a que debemos poner cara larga y seria de amargado, o con apariencia de humildad; sino, a alguien que, pese a ser amigo de las personas, se guarda y cuida para Dios y predica con rectitud; es decir, sin manipular a conveniencia los textos y pasajes de Las Escrituras.

Esos hermanos que así lo hacen son 'EVANGÉLICOS', por la labor de evangelización que realizan, El Señor los bendiga.

¡Jamás olvidaré esa experiencia!

Que tengan bonito día.

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La sencillez del mensaje de Cristo

jueves, 2 de febrero de 2012


En El Salvador existe un predicador que admiro mucho; no porque lo considere humilde, sino por la sencillez de su mensaje para llegar a la población. Lo escuchan en los mercados, autobuses, autos de lujo, en el campo, barrios y colonias, y hasta en las residencias de los ricos.


Muchos predicadores hoy tienen ese problema: Utilizan un lenguaje refinado y rebuscado que la gente del pueblo no comprende; y por tanto, tampoco lo puede aplicar.

Algunos/as ya se imaginan de quién estoy escribiendo, otros/as ni idea. Pero el nombre del predicador no precisamente es lo que quiero resaltar, sino la importancia de ser prácticos desde los púlpitos para que el mensaje de Dios sea eficaz en las personas.

Jesús de Nazareth siempre usó un lenguaje sencillo, pero no por eso superficial; al contrario, su mensaje fue profundo al punto que impactaba el corazón de todos aquellos endurecidos por la religión. En cierta ocasión, los guardias del sanedrín, luego de escucharle no pudieron apresarlo, sino que regresaron con estas palabras a sus jefes: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! (Jn 7:46).

Cristo con su mensaje exhortaba a las personas a volverse a Dios, pero demostraba su amor para con todos, aún hasta con los malvados y desagradecidos.

Lo que las personas necesitan no es dinero, ni que las embauquen los falsos predicadores; lo que las personas necesitan es un mensaje de Dios, de fe, de esperanza que les vuelva a la vida, esa vida que sólo hay en Jesucristo. Amén.

Que El Señor nos ayude a todos.
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