¿Le ha pasado alguna vez que, al intentar orar no encuentra qué decirle a Dios? No se preocupe, a la mayoría nos ha pasado.
He aquí un consejo práctico:
Comience únicamente por darle las GRACIAS, alabándolo, adorándolo, exaltando Su Grandeza y Majestad; dígale lo hermoso que es, lo bueno que ha sido con usted al concederle la vida, la salvación, por enviar a Su Hijo Jesucristo. Sólo dé las gracias por todo, por ejemplo puede decirle así:
«Gracias Señor por la vida, por hacer funcionar mis pulmones, y con ello permitirme respirar Tu aire (recuerde que Él es el Dueño de todo cuanto existe en el mundo y el universo, Lv 25.23);
Gracias Señor por este hermoso día que me permites ver Tu luz, Tu sol;
Gracias por permitirme habitar este hermoso planeta que Has creado para que vivamos en él, con sus colores, flores y paisajes, con sus nubes y su sol; su luna y sus estrellas; con su cielo hermoso;
Gracias Señor, por enviarnos la lluvia a tiempo, con lo cual nos garantizas el sustento diario; y por ser tan bueno aún con los malvados y desagradecidos, pues ellos también disfrutan de tus muchas bondades».
Al hacer así, verá cómo poco a poco irá conectándose. De pronto usted se encontrará orando intensamente, conectado en una oración tan hermosa que no querrá terminar, y se dará cuenta cómo el tiempo pasa volando y que su alma será ministrada y bendecida. Recibirá nuevas fuerzas elevándose hasta lo más alto, de tal forma, que aún su problema más grande lo verá chico, porque su fe se agrandará.
Uno de los mayores problemas de los cristianos de hoy en día, es que se han acostumbrado solo a pedir y a pedir, pero no a dar y bendecir; y sus oraciones están llenas de "dame, dame y dame", Señor necesito esto, esto y esto otro; y han olvidado cuál debe ser el centro de toda oración: La alabanza y la adoración.
Si bien al Señor le agrada que le pidamos, más se complace en ser adorado; Él desea que Su Pueblo le alabe, que le adore, que lo exalte.
Cristo lo enseñó así en su oración modelo desde el inicio:
«Ustedes deben orar así:
Padre nuestro que estás en el cielo,
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE,...» Mateo 6.9.
El Señor es El Rey y Dueño de todo, por eso merece ser adorado y exaltado; pues escrito está:
«La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra es mía y ustedes no son aquí más que forasteros y huéspedes.» Levítico 25.23.
Espero que este sencillo consejo haya sido de bendición para su vida.
www.ElArbolVerde.com
Sígueme → Google.com/+StanleyGomez y twitter.com/stgomez7
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Comience únicamente por darle las GRACIAS, alabándolo, adorándolo, exaltando Su Grandeza y Majestad; dígale lo hermoso que es, lo bueno que ha sido con usted al concederle la vida, la salvación, por enviar a Su Hijo Jesucristo. Sólo dé las gracias por todo, por ejemplo puede decirle así:
«Gracias Señor por la vida, por hacer funcionar mis pulmones, y con ello permitirme respirar Tu aire (recuerde que Él es el Dueño de todo cuanto existe en el mundo y el universo, Lv 25.23);
Gracias Señor por este hermoso día que me permites ver Tu luz, Tu sol;
Gracias por permitirme habitar este hermoso planeta que Has creado para que vivamos en él, con sus colores, flores y paisajes, con sus nubes y su sol; su luna y sus estrellas; con su cielo hermoso;
Gracias Señor, por enviarnos la lluvia a tiempo, con lo cual nos garantizas el sustento diario; y por ser tan bueno aún con los malvados y desagradecidos, pues ellos también disfrutan de tus muchas bondades».
Al hacer así, verá cómo poco a poco irá conectándose. De pronto usted se encontrará orando intensamente, conectado en una oración tan hermosa que no querrá terminar, y se dará cuenta cómo el tiempo pasa volando y que su alma será ministrada y bendecida. Recibirá nuevas fuerzas elevándose hasta lo más alto, de tal forma, que aún su problema más grande lo verá chico, porque su fe se agrandará.
Uno de los mayores problemas de los cristianos de hoy en día, es que se han acostumbrado solo a pedir y a pedir, pero no a dar y bendecir; y sus oraciones están llenas de "dame, dame y dame", Señor necesito esto, esto y esto otro; y han olvidado cuál debe ser el centro de toda oración: La alabanza y la adoración.
Si bien al Señor le agrada que le pidamos, más se complace en ser adorado; Él desea que Su Pueblo le alabe, que le adore, que lo exalte.
Cristo lo enseñó así en su oración modelo desde el inicio:
«Ustedes deben orar así:
Padre nuestro que estás en el cielo,
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE,...» Mateo 6.9.
El Señor es El Rey y Dueño de todo, por eso merece ser adorado y exaltado; pues escrito está:
«La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra es mía y ustedes no son aquí más que forasteros y huéspedes.» Levítico 25.23.
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