
Nunca debemos renunciar a nuestras metas e ideales; porque, si bien enfrentaremos oposiciones en la vida, también encontraremos personas dispuestas a brindanos su apoyo incondicional; esas personas son las que Dios va poniendo en nuestro camino, y debemos agradecer por ello.
Pero por sobre todas las cosas, debemos esforzarnos por amar a Dios y agradarle en todo cuanto nos sea posible, ese debe ser nuestro ideal máximo. Lo demás, como dijo alguien, es música de fondo.
«El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.» Eclesiastés 12.13-14.
Así que, ¡ánimo y adelante!
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