Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos;
Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.
Y no entres en juicio con tu siervo;
Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano. Salmo 143:1-2
El Señor siempre ha deseado que Su Pueblo se mantenga en una actitud de humildad, de súplicas y ruegos; de hecho, en todo el Nuevo Testamento vemos a La Iglesia ser exhortada a mantenerse en oraciones y ruegos, con toda reverencia.
Cristo lo hizo así:
El apóstol Pablo también lo enseñó así:
Cuando nos humillamos ante Él, nos escucha y nos exalta. Cuando nos exaltamos, Él mantiene su distancia.
Si no somos más grandes que Cristo, entonces, necesitamos estar humillados ante Él ¡siempre!
Un abrazo apreciados amigos.
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Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.
Y no entres en juicio con tu siervo;
Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano. Salmo 143:1-2
El Señor siempre ha deseado que Su Pueblo se mantenga en una actitud de humildad, de súplicas y ruegos; de hecho, en todo el Nuevo Testamento vemos a La Iglesia ser exhortada a mantenerse en oraciones y ruegos, con toda reverencia.
Cristo lo hizo así:
«Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.» Heb 5:7.
El apóstol Pablo también lo enseñó así:
«...; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;...» Efesios 6:18.
Cuando nos humillamos ante Él, nos escucha y nos exalta. Cuando nos exaltamos, Él mantiene su distancia.
Si no somos más grandes que Cristo, entonces, necesitamos estar humillados ante Él ¡siempre!
Un abrazo apreciados amigos.
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