Y... si El Señor te pidiera que hicieras algo difícil para sanarte de tu enfermedad... ¿lo harías? A veces nuestro orgullo es la barrera que impide a Dios sanarnos.
Les comparto una historia muy curiosa e interesante, de un hombre que, por su arrogancia, estuvo a punto de volverse enfermo a su país, tan sólo por su prejuicio y arrogancia.
He aquí la historia:
Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. (2 Reyes 5:9-14)
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Les comparto una historia muy curiosa e interesante, de un hombre que, por su arrogancia, estuvo a punto de volverse enfermo a su país, tan sólo por su prejuicio y arrogancia.
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Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. (2 Reyes 5:9-14)
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