El origen de algunos juicios de Dios.

martes, 25 de septiembre de 2012

Algunas veces, los juicios de Dios llegan a las personas, no por causa de los pecadores; sino, porque entre ellos se mezcla el rebelde Pueblo de Dios que rehúsa obedecer Su Palabra ¡Qué paradoja!


¿Quién crees que iba en ese barco?

Este barco se hundía, no por los pecadores que viajaban en él; sino, porque con ellos iba un Hijo de Dios en rebeldía: Jonás.

La historia de Jonás es muy conocida por muchas personas. Hasta con cantos se recuerda esa historia en las iglesias para la clase bíblica infantil; sin embargo, la historia se repite en nuestros días cuando El Pueblo de Dios rehúsa cumplir con el gran mandato del Señor de guardar y pregonar Su Palabra.

Pueblo de Dios:
Revisemos nuestro andar delante del Señor, no sea que por culpa nuestra, las demás personas también estén sufriendo el azote del juicio de Dios. Dios no quiere tibios, sino Un Pueblo encendido, celoso de guardar Su Palabra, celoso de buenas obras.

Por si no dispones de una Biblia a la mano, transcribo en resumen la historia del caso ilustrado:


Jonás capítulo 1:

1 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:
2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.

3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

4 Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.

5 Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.

6 Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.

7 Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.

8 Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?

9 Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.

10 Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.

11 Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.

12 El les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.

13 Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.

14 Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.

15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.

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