Un amigo al que aprecio mucho, me dijo en cierta ocasión estas palabras:
«Desde que conozco la voluntad de Dios, he comprendido que es importante trabajar en Su obra según esté a mi alcance. Siempre he motivado a los nuevos convertidos a que arreglen su vida en matrimonio cuando no son casados. Lo he hecho proporcionándoles los recursos necesarios a mi alcance, para que ellos no incurrieran en gastos, y el trámite les sea más fácil.
»En una ocasión me encontré con un hermano, a quien ayudé hacía un año atrás para que se casara. Al verlo le dije:
»Al escuchar eso mi corazón se entristeció, y le dije que lo sentía mucho, que mi intención nunca fue que eso pasara.
Desde entonces comprendí, que yo procuraba que las personas arreglaran su vida con Dios dejando las uniones no matrimoniales, casándose; y eso estaba bien, pero se me había olvidado preguntarles algo importante antes de actuar: ¿Se aman como para desear casarse?».
¡Qué historia más impresionante para mí! Lo que verdaderamente une a dos personas en matrimonio no es una obligación, sino, el amor. El amor es la base principal en toda unión; y para ello, es importante que ambas personas se amen, de lo contrario, la relación no funcionará como se debe.
Realmente me impactó esas palabras de mi amigo, y aunque esa conversación tuvo lugar hace algunos años, en mi mente y en mi corazón quedó grabada esa experiencia; porque muchas veces, los servidores queremos presionar a las personas a que hagan esto o aquello para que agraden a Dios (porque así está establecido en Su Palabra), pero lo hacemos desde nuestro deseo, sin preguntarles si en verdad ellas aman a Dios.
Gracias por leer esta nota, espero que haya sido de provecho.
Dios le bendiga.
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«Desde que conozco la voluntad de Dios, he comprendido que es importante trabajar en Su obra según esté a mi alcance. Siempre he motivado a los nuevos convertidos a que arreglen su vida en matrimonio cuando no son casados. Lo he hecho proporcionándoles los recursos necesarios a mi alcance, para que ellos no incurrieran en gastos, y el trámite les sea más fácil.
»En una ocasión me encontré con un hermano, a quien ayudé hacía un año atrás para que se casara. Al verlo le dije:
—Hermano ¡cuánto gusto me da poder saludarlo! cuénteme ¿cómo le va con su esposita?—, a lo cual me respondió en tono sarcástico y reprochista:
—¡Mal! porque desde que me casé con esa mujer me pide cuentas de todo, y no me deja ir ni a la esquina, porque los celos la matan. Todo porque a usted se le ocurrió que debíamos casarnos.
»Al escuchar eso mi corazón se entristeció, y le dije que lo sentía mucho, que mi intención nunca fue que eso pasara.
Desde entonces comprendí, que yo procuraba que las personas arreglaran su vida con Dios dejando las uniones no matrimoniales, casándose; y eso estaba bien, pero se me había olvidado preguntarles algo importante antes de actuar: ¿Se aman como para desear casarse?».
¡Qué historia más impresionante para mí! Lo que verdaderamente une a dos personas en matrimonio no es una obligación, sino, el amor. El amor es la base principal en toda unión; y para ello, es importante que ambas personas se amen, de lo contrario, la relación no funcionará como se debe.
Realmente me impactó esas palabras de mi amigo, y aunque esa conversación tuvo lugar hace algunos años, en mi mente y en mi corazón quedó grabada esa experiencia; porque muchas veces, los servidores queremos presionar a las personas a que hagan esto o aquello para que agraden a Dios (porque así está establecido en Su Palabra), pero lo hacemos desde nuestro deseo, sin preguntarles si en verdad ellas aman a Dios.
Gracias por leer esta nota, espero que haya sido de provecho.
Dios le bendiga.
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