Si digo: "Padre Nuestro que estás en el cielo" (Mateo 6:9), significa que tengo hermanos. Y si mi Padre está allá y es El Verdadero Dios Viviente ¿por qué no vivir como Él desea, como Su Hijo?
Si yo siendo malo deseo y doy lo mejor para mis hijos, cuánto más Él a los Suyos.
Les comparto un hermoso pasaje de Las Escrituras:
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios." Juan 1:12-13.
Este pasaje nos aclara, primeramente, que después de la caída en Edén, la raza humana quedó destituida de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Por lo que fue necesario que El Hijo de Dios viniera a reconciliarnos con El Padre.
En segundo lugar, para que ese milagro suceda, es necesario recibir a Su Hijo como tal; aceptar Su Palabra y Señorío en nosotros, en nuestra vida; para que por Su Espíritu, y Su Gracia vengamos nuevamente ante Él, ya no como caídos y desterrados, sino como Hijos ante Su Presencia, y poder decirle en completa libertad y seguridad: Padre Nuestro que estás en el cielo.
Ahora como hijos de Dios, el apóstol Pedro nos da las siguiente palabras:
"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro." 1 Juan 3:1-3.
Y más, el apóstol Juan también nos dice:
"El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5:12-15.
Habla en silencio con Dios, Él siempre escucha los corazones contritos y humillados. Pídele perdón, haz tu confesión de fe. Visita una iglesia donde se predique La Palabra Dios.
Dios en Su amor nos habla por medio de sueños y revelaciones, por medio de personas comunes y predicadores, y por medio de eventos tratando de hacernos entender. Si es necesario, hace hablar aun a las piedras para hacernos llegar Su Mensaje.
Que tengas un hermoso día. Dios te bendiga.
El privilegio de ser un Hijo
viernes, 19 de agosto de 2016
Etiquetas: Esperanza, Hijo, Padrenuestro, Reflexión
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