Una comunión íntima con el Señor nos fortalece, y crea en nosotros una atmósfera, que nos permite ver Su Gloria y Su Poder en favor nuestro y en cada circunstancia de la vida; lo cual, a su vez, nos ayuda a superar con gozo las pruebas y obstáculos, por difíciles que parezcan.
Esto es lo que nos ayuda a seguir avanzando firmes hacia la Patria Celestial. Pero distanciados de Él, vemos como normal, y hasta aceptamos en nosotros todo el sistema del mundo. El Señor nos libre.
Esta es la razón por la que, quienes perseveran en la oración, la lectura de La Palabra y la comunión con los hermanos, son menos vulnerables a los ataques del enemigo; son más firmes en sus decisiones, y alcanzan la victoria hasta el final de sus días; porque hacen de estos tres elementos, un hábito en sus labores diarias.
Examinemos este pasaje de Las Escrituras:
Afirmemos, pues, nuestros pasos, porque grande premio nos espera si llegamos a la meta; pero ¡ay de los inconstantes!
¡Dios es bueno!
Esto es lo que nos ayuda a seguir avanzando firmes hacia la Patria Celestial. Pero distanciados de Él, vemos como normal, y hasta aceptamos en nosotros todo el sistema del mundo. El Señor nos libre.
- «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
- Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
- Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.» 1 Juan 2.15-17.
Esta es la razón por la que, quienes perseveran en la oración, la lectura de La Palabra y la comunión con los hermanos, son menos vulnerables a los ataques del enemigo; son más firmes en sus decisiones, y alcanzan la victoria hasta el final de sus días; porque hacen de estos tres elementos, un hábito en sus labores diarias.
Examinemos este pasaje de Las Escrituras:
- «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» Romanos 12.2
Afirmemos, pues, nuestros pasos, porque grande premio nos espera si llegamos a la meta; pero ¡ay de los inconstantes!
¡Dios es bueno!
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