Gracias por visitar mi blog. Deseo narrar una historia que por años mi esposa y yo hemos guardado en nuestro corazón; pues, ambos fuimos testigos de ella. Quizá usted pueda sacar algún provecho espiritual.
Una de las cosas que todo predicador, evangelista o creyente debe evitar, es desintegrar hogares, sean estos creyentes o no, sean uniones matrimoniales o no, sobre todo cuando hay hijos de por medio.
En cierta ocasión fuimos a visitar una hermana amiga nuestra, la cual recién se había convertido a Cristo. Vivía en una unión no matrimonial y tenían una pequeña de un año aproximadamente. El compañero de ella no sólo no era creyente, sino que además, se oponía rotundamente a que ella lo fuera y asistiera a una iglesia.
Durante la visita, nos comentó que se sentía preocupada porque el pastor de su iglesia no le dejaba tomar privilegios, debido a su relación de fornicación al no estar casados.
Aunque hacía todo el esfuerzo por tratar de convencer a su compañero para que accediera al matrimonio; sin embargo, cada vez que lo hacía, él ponía mayor resistencia y se tornaba violento.
A mi esposa y a mí nos daba sentimiento, pues, sabíamos que no era prudente decirle que lo abandonara, pero le animábamos a que siguiera insistiendo, que tarde o temprano Dios ablandaría el corazón de él para que accediera a su petición. Así que terminamos nuestra visita con unas palabras de ánimo para ella.
Un mes después volvimos a visitarla, y le preguntamos cómo le había ido en su relación con su compañero, y qué tal en la iglesia. Para sorpresa nuestra, nos comentó que al ver la actitud cerrada de él, había decidido abandonarlo y decidirse a buscar trabajo por su cuenta para subsistir, y así poder criar y formar a su pequeña nena, con tal de servir con libertad a Su Señor; y que Dios le había abierto puertas, y ahora se sentía muy feliz de poder asistir y servirle a Dios con pureza de corazón. Daysi y yo nos miramos, y quedamos asombrados por tal decisión, pues nosotros nunca nos atrevimos a darle ese consejo.
Talvez este no sea su caso, sin embargo, muchas veces nos sentimos atados a situaciones en la vida que nos impiden servirle al Señor con toda libertad. ¡Qué admirable la actitud de esta mujer!; realmente fue una decisión valiente y de fé, pues, sabía en quién había creído.
El Señor lo dijo de esta manera: porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 1 Samuel 2:30
Deseo que esta historia quizá, pueda motivarnos a tomar decisiones firmes en El Señor.
Que El Señor le bendiga.
http://stanleygomez.blogspot.com
Una de las cosas que todo predicador, evangelista o creyente debe evitar, es desintegrar hogares, sean estos creyentes o no, sean uniones matrimoniales o no, sobre todo cuando hay hijos de por medio.
En cierta ocasión fuimos a visitar una hermana amiga nuestra, la cual recién se había convertido a Cristo. Vivía en una unión no matrimonial y tenían una pequeña de un año aproximadamente. El compañero de ella no sólo no era creyente, sino que además, se oponía rotundamente a que ella lo fuera y asistiera a una iglesia.
Durante la visita, nos comentó que se sentía preocupada porque el pastor de su iglesia no le dejaba tomar privilegios, debido a su relación de fornicación al no estar casados.
Aunque hacía todo el esfuerzo por tratar de convencer a su compañero para que accediera al matrimonio; sin embargo, cada vez que lo hacía, él ponía mayor resistencia y se tornaba violento.
A mi esposa y a mí nos daba sentimiento, pues, sabíamos que no era prudente decirle que lo abandonara, pero le animábamos a que siguiera insistiendo, que tarde o temprano Dios ablandaría el corazón de él para que accediera a su petición. Así que terminamos nuestra visita con unas palabras de ánimo para ella.
Un mes después volvimos a visitarla, y le preguntamos cómo le había ido en su relación con su compañero, y qué tal en la iglesia. Para sorpresa nuestra, nos comentó que al ver la actitud cerrada de él, había decidido abandonarlo y decidirse a buscar trabajo por su cuenta para subsistir, y así poder criar y formar a su pequeña nena, con tal de servir con libertad a Su Señor; y que Dios le había abierto puertas, y ahora se sentía muy feliz de poder asistir y servirle a Dios con pureza de corazón. Daysi y yo nos miramos, y quedamos asombrados por tal decisión, pues nosotros nunca nos atrevimos a darle ese consejo.
Talvez este no sea su caso, sin embargo, muchas veces nos sentimos atados a situaciones en la vida que nos impiden servirle al Señor con toda libertad. ¡Qué admirable la actitud de esta mujer!; realmente fue una decisión valiente y de fé, pues, sabía en quién había creído.
El Señor lo dijo de esta manera: porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 1 Samuel 2:30
Deseo que esta historia quizá, pueda motivarnos a tomar decisiones firmes en El Señor.
Que El Señor le bendiga.
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