La incredulidad de un Ministro de Dios.

viernes, 22 de julio de 2016

"Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada." (Lucas 1:5-7).


Es para meditar el caso de Zacarías en Lucas 1:5-25, que siendo un ministro de Dios en el templo, el ángel tuvo que dejarlo mudo a causa de su incredulidad.

Un Ministro de Dios es alguien que ha sido puesto por Dios para guiar e instruir al pueblo en los caminos del Señor por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo.

Y no todos, pues sería injusto generalizar, porque hay verdaderos Ministros de fe, los hay; pero lastimosamente, como pasó a Zacarías, así hoy abundan ministros que no le creen a Dios, y guían al pueblo por caminos que parecen rectos, pero que no son los trazados por Dios en Su Palabra. Caminos fáciles que no motivan a las ovejas a andar en fe.

¿Acaso no sería fácil acomodarse a creer que, Zacarías y su esposa siendo ancianos y ella estéril, era humanamente imposible que vieran descendencia? Nótese que La Escritura dice que ambos eran temerosos de Dios.

A pesar de los años, el contexto de la historia nos hace creer que ambos, sin duda, oraron a Dios que les quitase esa afrenta, sin que la respuesta llegara cuando ellos la esperaban.

Y es que, ese es otro aspecto de la fe, las respuestas de Dios no llegan cuando nosotros queremos, sino cuando Dios, en Su Soberana Potestad, sabe que es el momento correcto en que el milagro debe ocurrir.

Es por ello que, todo aquel que le cree a Dios, también debe aprender a esperar; porque la respuesta de Dios puede llegar en cualquier momento, y debemos estar dispuestos a recibirla con gozo cuando ésta toque a nuestra puerta. Pues la paciencia, es también fruto del Espíritu.

La fe se desarrolla, por eso, el consejo de Dios en este día, es que aprendas a creerle a Dios.

Te invito a que leas tu Biblia, que busques al Señor en oración para que sea Él, por medio de Su Espíritu, quien te guíe a congregarte en una Iglesia donde haya uno o varios verdaderos Ministros de Dios, que puedan ayudarte a crecer en fe, paciencia y amor conforme a Su Palabra.

Un gran hombre de fe dijo alguna vez: Dios dejó la medicina en el mundo para la sanidad de las personas; pero también la sanidad divina para aquellos que se atreven a creerle. Y no es para menospreciar la ciencia médica, todo lo contrario, pero como dijo a Marta: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40).

¡Creamos a Dios y veremos Su Gloria!

Que Dios te bendiga